lunes, 7 de febrero de 2011

Rehabilitacion de accidentes cerebrovascular

Rehabilitación intensiva para los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular
Para reducir el riesgo de discapacidad es fundamental una terapia de varios meses
El tratamiento abarcará múltiples aspectos de la vida del paciente


MADRID.- Tras el primer susto, pérdida de conocimiento o de sensibilidad de una parte del cuerpo, viene el siguiente: "¿qué pasará con mi padre?, ¿podrá caminar otra vez?, ¿será capaz de llevar una vida independiente?". Son las preguntas habituales de los allegados de una persona que ingresada por un accidente cerebrovascular. Una rehabilitación intensiva y continuada es fundamental para que el paciente se integre en su nueva vida.
La rehabilitación debe empezar en el mismo momento en que el paciente ingresa. Si presenta parálisis en la mitad del cuerpo, "nos aseguramos que el hombro quede abierto, los miembros inferiores estén en posición neutra y la mano en una buena postura. Se trata de que la musculatura más potente no deforme estas áreas y para que el enfermo se recupere mejor una vez haya salido de la UCI", explica Avelino Ferrero, presidente de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) y jefe de Servicio de esta especialidad en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Por eso es tan importante la atención precoz, para evitar contracturas y deformidades en el lado afectado por la parálisis. Según este especialista, la rehabilitación de las personas que han sufrido un ictus se debería organizar en cuatro fases: los cuidados en la etapa aguda (en el área de intensivos o en la unidad especializada), luego la fase de tratamiento, una vez que la persona está estable, una tercera, cuando el paciente camina con ayuda de una férula o un bastón, y por último la terapia recreativa, en la que hay que se intenta mejorar su manejo en la vida diaria.
"Hay que buscar que no aparezca la espasticidad. Lo más complicado es recuperar la movilidad y flexibilidad en los brazos, si queda flácido no da muchos problemas, pero si queda rígido, sí", explica Avelino Ferrero.
La recuperación de la movilidad y sensibilidad en los brazos es más complicada que la que se da en las piernas. "En estas lesiones se suele afectar más la zona cerebral donde está representado el brazo, que es mayor que la de las piernas. Además, aunque consigamos movilidad en los miembros superiores eso no es suficiente para realizar todas las actividades que éstos hacen habitualmente. Las piernas sólo tienen que sostener el cuerpo y caminar", afirma Inmaculada Bori, jefe de la Unidad de Rehabilitación Neurológica de Daño Cerebral del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.
Terapia robótica para los brazos
Por este motivo, se están diseñando dispositivos para intentar recuperar esta parte del cuerpo. Un estudio reciente, publicado en la revista 'American Journal of Physical Medicine & Rehabilitation', realizado por científicos del Centro de Investigación Clínica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y del Hospital de Rehabilitación Spaulding en Boston (EEUU), mostraba una férula u ortesis externa [en la imagen] que mejoraba la movilidad del brazo de una persona que ha tenido un ictus.
El dispositivo consiste en una férula ortopédica, articulada y activa que moviliza el codo del paciente. Cuatro cintas con velcro enrolladas en el brazo, dos por encima de la articulación y otras dos por debajo, se unen a un mecanismo portátil, insertado en una especie de mochila, que detecta continuamente la actividad eléctrica de las células musculares. Estas señales son procesadas por un motor que ofrece una asistencia activa para la flexión y extensión del codo. Los anteriores artefactos tenían la limitación de que no podían corregir las contracciones de los músculos antagonistas, que eran aparatos estáticos y de gran volumen.
"La capacidad del dispositivo para ofrecer asistencia a los grupos musculares puede ayudar a mejorar el 'feedback' entre el cerebro y el movimiento del brazo, el cual se cree que es un factor clave de la plasticidad cerebral en la recuperación motora", afirman los autores.
Sin embargo, no todos los especialistas confían en estos dispositivos. "Este tipo de ortesis son un poco ciencia ficción. No está demostrado que las repeticiones pasivas estimulen el cerebro. Para que el paciente realice un movimiento activo, la orden tiene que venir del cerebro y esto no ocurre cuando la neurona está dañada. Esto lo único que sustituye es la labor del fisioterapeuta. Por ahora no hay nada científico ni probado", afirma Avelino Ferrero.
Por otro lado, como apunta Carlos Villarino, jefe de Servicio de Rehabilitación del Complejo Hospitalario Juan Canalejo de La Coruña, estas tecnologías no se suelen encontrar en los hospitales públicos sino en centros privados. No obstante, como apunta Inmaculada Bori, "es una puerta de investigación que está abierta".
Un tratamiento intensivo
La mayoría de estos especialistas coinciden en que la rehabilitación se debe llevar a cabo lo más pronto posible. "No servirá de nada iniciar una terapia cuando ya han pasado más de tres meses de la lesión", explica Bori. De ahí que desde que el paciente está estable se realice una rehabilitación intensiva de tres horas diarias repartidas entre la mañana y la tarde para no fatigarle.
Con la fisioterapia se pretende mejorar la fuerza, reeducar el equilibrio y la capacidad para caminar. La terapia ocupacional está enfocada a que el paciente, con el déficit que tenga, se pueda valer por sí mismo y se integre socialmente. A su vez el logopeda, se dirigirá a las deficiencias en el lenguaje y el psicólogo intentará que el paciente acepte todos los cambios.
Esta terapia se debe prolongar durante al menos tres meses para pasar posteriormente a un tratamiento ambulatorio que durará de dos a tres meses más. "Si no se hace así, quedará con secuelas. No debemos olvidar que el ictus es la primera causa de invalidez entre las personas adultas y supone un 5% de todos los gastos hospitalarios", apunta Carlos Villarino.
Existe otra etapa en el tratamiento de estos pacientes, la denominada fase de secuela que está dirigida para ese 35% de las personas que queda con una discapacidad tras un accidente cerebrovascular. Se trata de que estas personas sean autosuficientes, que intenten hacer por sí mismos todo lo aprendido en el cuidado, aunque también requerirán de otro tipo de aprendizajes.
Aquí los cuidados se centran en un tratamiento de sostén que se debería realizar en centros de día. "Son casi inexistentes, y para la reinserción es muy importante que existan centros especializados en la orientación laboral, pisos tutelados y talleres ocupacionales", afirma Villarino.
Como señala Inmaculada Bori, no hay que olvidar que la mayoría de estos pacientes son personas adultas. El ictus es la primera causa de discapacidad en individuos mayores de 55 años y la tercera cuando la edad supera los 75 años. "Pero ahora una persona de 70 años es joven, todavía puede hacer muchas cosas

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